El término “affordance”, que proviene de la psicología perceptual y del diseño de interacciones hombre-computador, permite analizar cómo las características que se ofrecen al usuario invitan a cierto tipo de acciones. Para Gaver, “affordances are properties of the world that are compatible with and relevant for people’s interactions. When affordances are perceptible, they offer a direct link between perception and action; hidden and false affordances lead to mistakes. Complex actions can be understood in terms of groups of affordances that are sequential in time or nested in space, and in terms of the abilities of different media to reveal them” (79). Más adelante las define como “properties of the environment relevant for action systems” (80). En ese sentido, las “affordances” se sitúan en el cruce entre la percepción y la acción. Puede ser un término fundamental para el análisis de las experiencias de lectura digital ya que las plataformas presentan una serie de “indicios” de uso que son, al mismo tiempo, las potencialidades-ofrecimientos (términos que podrían ser sinónimos del inglés “affordances”) mediante las cuales el usuario interactúa con ellas, definiendo en gran medida su experiencia de lectura.
Son estas “affordances” – como por ejemplo el hecho de que cualquier objeto digital (ya sea un libro, audiolibro, archivo visual o registro sonoro) sea accesible mediante un “double tap” en el caso del teléfono/tablet o un doble click en el caso del computador – las que singularizan la experiencia de la lectura digital. El lector sabe que puede acceder a contenidos digitales diversos de la misma manera, a pesar de que en el mundo análogo acceder a un libro impreso o a un registro sonoro requerirían acciones físicas completamente diferentes. De esta forma, la lectura digital crea formas de interacción homogéneas para medios diferentes, y educa al lector-usuario en la igualdad entre los medios a nivel de acceso. Sin embargo, también podemos observar que hay una serie de decisiones que revelan cómo, a pesar de esa igualdad de acceso, las “affordances” de estas plataformas revelan en algunos casos tratamientos disímiles en torno a la reminiscencia material de lo digitalizado (en el caso de Memoria Chilena), o cómo la habilitación de la lectura automatizada en el caso de la BPD puede facilitar el descubrimiento de un formato como el audiolibro. En este sentido, las “affordances” de las plataformas pueden cumplir un rol formativo de los usuarios, que puede potenciar o limitar las experiencias (cuando no permite explorar las posibilidades de interacción de lo virtual, restringiendo el catálogo de los libros a versiones remediadas de lo impreso).
Para Feenberg, es necesario analizar la tecnología en dos niveles. En el primer nivel menciona las “saliencias (affordances) que pueden ser movilizadas en mecanismos y sistemas mediante la descontextualización de objetos de la experiencia y la reducción de los mismos a sus propiedades usables” (112). En un segundo nivel menciona los “diseños que pueden ser integrados con otros mecanismos y sistemas ya existentes y con diversas constricciones sociales, tales como los principios éticos y estéticos” (112). Lo interesante es que, para Feenberg, las saliencias portan un contenido social de nivel secundario, que se revela en la forma en que de manera contingente se abordan los materiales. En el caso de las instrumentalizaciones secundarias también es necesario la identificación de las saliencias que serán ensambladas y concretizadas. Feenberg, desde una perspectiva de “transformación democrática desde abajo”, busca “acortar los ciclos de feedback provenientes de las deterioradas vidas humanas y la naturaleza” (111). Busca así evitar que diseños técnicos que “estrechan el rango de intereses y preocupaciones que pueden ser representados por el funcionamiento normal de la tecnología y las instituciones dependientes de ella” (111).
En este sentido, la lectura digital puede pensarse en función del grado de participación que tienen los usuarios en el diseño técnico, así como la conciencia que tienen acerca de sus niveles de instrumentalización o, en otras palabras, de la “naturaleza social de cada acto técnico” (113). Los usuarios en general son más conscientes acerca de las saliencias, que según Feenberg involucran “un proceso de des-mundanización (…) por el cual los objetos son arrancados de sus contextos originales y expuestos al análisis y la manipulación, mientras los sujetos se posicionan para un control a distancia” (113).
Esto hace pensar en cómo, desde el punto de vista gerencial, se utiliza una apariencia de participación en el diseño (elegir lo que se quiere leer), como una forma de fortalecer la propia posición. Es hacer que, mediante una aparente participación en el diseño, se opaque aún más la naturaleza social del acto técnico que, en este caso, posiciona al Estado como un agente – y no solo un cliente – de los intereses de Odilo.

Según Feenberg, el constructivismo nos muestra que “Los diferentes intereses de los diversos actores involucrados en el diseño se reflejan en sutiles divergencias en la función y en las preferencias por uno u otro diseño de lo que es, nominalmente, el mismo aparato. Las elecciones sociales intervienen en la selección de la definición del problema, así como en su solución. La tecnología es socialmente relativa y el producto de las elecciones técnicas es un mundo que respalda el modo de vida de uno u otro grupo social influyente” (113). Esto implica que, en el caso de las plataformas públicas de lectura digital, debiera haber un rol activo en la propuesta de soluciones técnicas relativas a las dificultades de uso de la población a la que se quiere dar más acceso a la lectura. Hay problemas de accesibilidad y uso que corren el riesgo de no encontrar un canal de visibilización que pueda contribuir a participar en el diseño de una solución.
Otro concepto de Feenberg que resulta sugerente es la definición de código técnico como “la realización de un interés bajo la forma de una solución técnicamente coherente a un problema” (114). Nos muestra que en las plataformas públicas de lectura digital (como la BDE y la BPD) hay hasta cierto punto un equilibrio delicado entre los intereses de Odilo y el de los usuarios y el Estado. Esta tensión se observa en la invitación a sugerir libros (ver imagen 1) – simulacro de participación que constituye en realidad un mecanismo que acrecienta la probabilidad de compra de contenido digital a Odilo – o en las dificultades que puede encontrar un usuario cuya lengua materna sea una de algún pueblo originario, que encontrará que la plataforma solo permite interactuar con ella en castellano o en inglés. Lo mismo puede decirse del monolingüismo de Memoria Chilena. La idea de código técnico nos muestra los presupuestos o los impensados de la realización de intereses bajo forma técnica que constituyen estas plataformas, así como una forma de concebir los desarrollos futuros a partir, justamente, de la consideración de distintos problemas e intereses no considerados, pero legítimos.
Es interesante pensar que la inclusión de libros de editoriales chilenas, en un primer momento, implicó el desarrollo por parte de Odilo de una segunda plataforma, homologada a la de Odilo, para poder leer libros no disponibles en OdiloMarket. Esto respondía a la necesidad por parte de la institución de la BPD de integrar a la colección libros de editoriales chilenas independientes. En la medida en que la institución planteó esta necesidad, o problema, la empresa hizo un desarrollo técnico alineado con la necesidad. El progresivo abandono de esta solución (que tenía algunos inconvenientes, como el hecho de que los libros consultados así no podían leerse con las funcionalidades propias de la plataforma de Odilo) hacia un modelo de integrarse a OdiloMarket a través de distribuidoras de libros digitales (como Patagonia, que agrupa a una serie de editoriales chilenas independientes), muestra sin embargo que, en cuanto al modelo de negocios, la empresa impuso su «autonomía operativa» y sus intereses, aun a costa de encarecer el libro, en la medida en que, para poder tener un libro chileno en la plataforma, es más difícil para la BPD comprárselo directamente a la editorial o a la distribuidora local, sino que tiene que hacerlo a través de Odilo, que negocia por su parte con la distribuidora. Este modelo deja desprotegido al Estado con respecto a eventuales abusos de precio, y contribuye, junto a otras características técnicas de la plataforma, a establecer un potencial monopolio del acceso al libro digital.
Bibliografía
Feenberg, Andrew. «Teoría crítica de la tecnología». Revista CTS no5, 2 (junio de 2005): 109-23.
Gaver, William W. «Technology affordances». En Proceedings of the SIGCHI Conference on Human Factors in Computing Systems, 79-84. CHI ’91. New York, NY, USA: Association for Computing Machinery, 1991. https://doi.org/10.1145/108844.108856