Cómo se llega a la lectura digital
Un primer punto para entender el acceso a la lectura digital pasa por la relación de una práctica anterior de lectura de libros físicos. Al menos entre los entrevistados, el lector o la lectora digital no se convierte en lector gracias a lo digital, sino que ya era lector. Se trata de usuarios familiarizados con la lectura en general, y que tienen una práctica recurrente de lectura digital. Se trata de usuarios “activos”, es decir, participan digitalmente en las plataformas. Un usuario dice por ejemplo: “leo y constantemente estoy viendo en qué está el proyecto, respondo las encuestas, sugiero libros, a veces he encontrado libros que no puedes avanzar en las páginas y he avisado igual porque igual es una instancia tan bacán que intento agradecer eso con la retroalimentación”. Se trata de usuarios que buscan la interacción y que a veces actúan como mediadores de la plataforma.
Si bien en la mayoría de los casos el “descubrimiento” de las instituciones digitales como la BPD es contado como azaroso, cuando vemos la trayectoria de los y las entrevistadas, sus biografías dan cuenta de un alto interés preexistente por la lectura y/o por las plataformas digitales. A veces, el encuentro con lo digital fue fortuito. Un entrevistado, por ejemplo, descubrió hace 5 años la BPD cuando vio una entrevista a la directora de ese momento. Otra entrevistada, descubrió la BPD viajando entre Concepción y Santiago, en el punto de lectura del aeropuerto. Otro entrevistado cuenta que, haciendo un viaje de trabajo desde la Araucanía a Santiago para una conferencia sobre criptomonedas, realizó en su tiempo libre un paseo por el centro y pasó a descansar a la Biblioteca Nacional. En ese momento vio un pendón con información sobre libros de la BPD. Otro entrevistado recuerda haber visto información en el metro de Santiago. Otras formas mencionadas como relevantes para descubrir las plataformas fueron las redes sociales, el boca a boca, o las recomendaciones de otros profesores, en el caso de colegios.
En muchos casos, una vez que los usuarios digitales descubrieron la lectura digital, la comenzaron a privilegiar por sobre el libro físico, en parte por su carácter gratuito. Si un libro físico es muy caro, un entrevistado lo busca primero digitalmente. Una entrevistada estaba suscrita a distintas plataformas de lectura, pero las dejó de pagar para utilizar la BPD. Otra razón mencionada para justificar la preferencia por lo digital es un tema de espacio. Se valora así la “portabilidad” y la maleabilidad de la lectura digital. También la facilidad del uso de las plataformas. Se puede leer, por ejemplo, en el celular. Muchos usuarios ya no tenían “más espacio en la casa para guardar libro”. Otros mencionan como razón para privilegiar el uso de la BPD que el catálogo de esta era superior al de la biblioteca pública más cercana. Así, una entrevistada menciona que, para no comprar libros, “iba también a la biblioteca pública, para no seguir llenando de libros la casa, pero la oferta de la biblioteca pública estaba poco actualizada. Si bien la biblioteca pública tiene buena luz, y un espacio para niños, (…) el catálogo de la BPD es lejos mejor”. En zonas rurales, en tanto, se valora mucho el acceso que brindan las plataformas. Una entrevistada, por ejemplo, explica que en la zona donde vive, “no tienen acceso a libros impresos. Tienen una biblioteca pública poco activa y no hay librerías, solo pueden comprar online”. Una entrevistada, cuando llegó a Iquique, se desmotivó con las bibliotecas públicas, lo que la impulsó a buscar alternativas digitales.
No siempre los lectores digitales dejan atrás el libro físico. Algunos entrevistados siguen prefiriendo leer libros físicos. Permanece cierta nostalgia o exclusividad (para los libros preferidos, por ejemplo). También hay un tema con la connotación. Una entrevistada da cuenta de ciertas aprehensiones sobre una visión negativa asociada a la lectura digital, como algo más banal y mundano que el libro en papel. Otra entrevistada, por ejemplo, menciona que le dicen que pasa mucho rato en el celular, pero ella se defiende risueña diciendo que no saben qué es lo que está haciendo.
Dificultades en el acceso
Algunos dan Internet como algo dado. Un entrevista, por ejemplo, señalaba que: “Internet no es algo tan de privilegio, ni requiere tantos requisitos (por la pandemia)”. Por otro lado, a pesar de las facilidades que brinda la lectura digital, en varias entrevistas son mencionadas dificultades como la conexión a Internet. Aun cuando la lectura digital ha abierto el acceso en términos de gratuidad, la accesibilidad se ve limitada por la falta de conectividad y de acceso a internet (pagado). Las instituciones públicas se han hecho cargo escasamente de este problema (ver como excepción la biblioteca pública de Independencia y el convenio con Entel, salvo que este no es para brindar wifi sino para subvencionar un espacio que tenga acceso a internet en el barrio).
Además del acceso a Internet está el problema de los equipos. Una entrevistada que trabajaba como mediadora en un colegio mencionaba la dificultad de utilizar la BDE. Muchas veces había más de un estudiante en la casa y solo un equipo, por lo que muchas veces no podían acceder y leer. Tuvieron que hacer una pausa para pensar cómo abordar esto ya que no sacaban nada avanzando en el uso de la BDE sin hacerse cargo de los problemas de conexión y falta de recursos. En otro colegio realizaron un catastro y había solo un 20% de conexión en los hogares. Los estudiantes no contaban con equipos modernos para conectarse, y muy pocos podían conectarse desde los domicilios. Podían conectarse en el colegio, pero también ahí les faltaba la confianza para poder ser usuarios empoderados de las bibliotecas digitales (temían, por ejemplo, echar a perder la plataforma). A nivel municipal, se logró entregar algunos tablets y chips de conexión en algunos establecimientos, pero esto ya fue bastante tardío, recién en el segundo semestre del primer año de pandemia.
Lectura digital: cómo, cuándo, qué
En muchos casos, la lectura digital implica una ampliación del espectro de prácticas lectores posibles. La lectura se ajusta al formato según el momento y la función. Hay usuarios que leen con el PC en la casa, y con el teléfono en transporte público. Una entrevistada cuenta que se compró un celular más grande con la finalidad de leer mejor los libros de la BPD. Algunos asocian la lectura académica a lo digital, y la lectura por placer al papel. Hay usuarios que leen donde pueden y se sirven de la tecnología para realizar actividades que, en principio, son (o eran) contrarias a la lectura, como manejar, andar en bicicleta, o caminar, utilizando para ello la función de lectura en voz alta. Muchos entrevistados organizan sus lecturas teniendo en cuenta el transporte público y las salas de espera, para lo que descargan y se programan: “Casi siempre dejo lo que me interesa en favoritos, y un día me doy el tiempo y descargo todo antes de salir”, se señala en una entrevista. En otra: “descargo desde mi casa para no ocupar mis datos, o queda como a medias, antes de salir”.
La lectura digital implica, en algunos casos, un involucramiento con las redes sociales y un “estar al tanto”. Un entrevistado sigue en redes sociales tanto a la BPD como a Memoria Chilena. Las redes sociales, a veces, funcionan como una vitrina que reemplaza a las librerías, sobre todo entre los usuarios más jóvenes. Por ejemplo, una entrevistada menciona cómo sigue las recomendaciones en Instagram de “Libros a Ciegas”, o de amigas en sus redes sociales, para ver qué busca en la BPD. Las redes sociales alimentan la lectura digital, aunque no necesariamente tenga un rol activo publicando contenido sobre libros o lecturas.
Algunos de los entrevistados leen en el celular. Sin embargo la mayoría lee en el computador o en un dispositivo como Kindle o Ipad. Un usuario de la BPD considera que la app es fácil de usar en el celular. El la adapta, cambia los colores, etc. Las app también son distinguidas según la función y el rol que cumplen para las y los entrevistados. Por ejemplo, Memoria chilena es percibida como una plataforma “para cuando investigo”, señala un entrevistado.
A pesar de que para algunos leer en el celular puede parecer incómodo, para muchos no es así. Dependería de la capacidad de cada lector de familiarizarse: “Leer desde el celular en la BPD, dentro de la comodidad que brinda el celular, si es cómodo, quizás por costumbre, no causa rechazo ni nada. Por eso es tan importante el tema de cómo digitalizan los libros, el interlineado, etc.” Hay otros entrevistados que prefieren, en cambio, las tablets. Otros combinan tablets, celulares y computadores. Los usuarios más jóvenes tienden a utilizar más sus celulares para leer. Otros prefieren leer en una tablet, durante traslados, descargando antes lo que quieren leer. Por ejemplo, un entrevistado dice privilegiar la lectura en tablet en viajes de más de una hora, como cuando va a visitar a su madre en Peñaflor. Hay casos en que la plataforma misma parece imponer una cierta forma de acceso. Varios entrevistados mencionan que, al no tener una aplicación para teléfono móvil o tablet, Memoria Chilena es más fácil de utilizar desde el computador, lo que además se refuerza al asociar más bien esta plataforma a ámbitos laborales, profesionales y de investigación.
Otro factor a considerar en el acceso es el factor etario. Los adultos mayores parecen requerir más mediación. La biblioteca pública de Puente Alto, nos cuenta un entrevistado, hacían muchos talleres para adultos mayores. Los jóvenes se acercan más fácilmente a las plataformas. Algunos entrevistados jóvenes de hecho tienen la percepción de que la BPD solo es utilizada por gente joven. Sin embargo, el tema etario está cruzado por la variable económica. En contexto rural y vulnerable, muchos jóvenes y adultos son analfabetos digitales. En el marco escolar, este analfabetismo afecta el lazo entre la escuela y la familia/casa. Una entrevistada, por ejemplo, nos comentaba:
“Ha sido complejo construir un lazo con los apoderados, donde hay alto analfabetismo digital, poca valoración por la educación y la lectura”. En la misma entrevista, se señala que “Se trata de papás súper jóvenes que no conocen plataformas, por lo que incluso han hecho tutoriales”. Esta profesora señala que los alumnos de 5to básico es con quienes resulta más fácil trabajar pues aún son permeables. En particular es difícil en zonas rurales y pequeños poblados que dependen de sólo algunas actividades económicas, como la pesca o el turismo. En estos sectores, la escuela y la comunidad tienen pocos vínculos y por ende el uso de las herramientas digitales no es común para los apoderados.
Una entrevistada comentaba un caso diferente: su hijo perdió el acceso a la BDE por cambiarse de colegio (de uno público a uno subvencionado): “El usaba la app permanentemente, fue un tema no menor porque él estaba en la casa y vivimos en un lugar sin acceso a libros.”
En cuanto a la BPD, hay algunos usuarios que critican el tema de las esperas por libros reservados, o las demoras en cargar los contenidos digitales. Sin embargo, en general la experiencia de lectura recibe apreciaciones muy positivas. Destacan la seguridad que da bajar contenidos desde una página pública, versus los contenidos piratas que pueden tener virus. Otra entrevistada subraya la posibilidad de descargar libros desde cualquier lugar y la diversidad del catálogo. Otros entrevistados, en tanto, celebran la creación de clubes de lectura digitales.